Miedos, amores, amigos, rencores, heridas, caricias, espejos, charlas, misterios, matices, mates, cigarrillos, fresias, chocolates, cuerdas flojas, histeria, mil lágrimas, sonrisas, esperas, teléfonos, arrepentimientos, gritos, fiesta, daiquiris, suspiros, sorpresas, mails, espacio, incertidumbre, límites, angustia, placer, egoísmo, soberbia, impotencia, Benedetti, salidas, experiencias, éxitos, fracasos, Cortázar, Galeano, música, melodías, cerveza, café, castigos, libertad, soledad, reconocimientos, lunas y soles, los domingos de siempre, mentiras, sueños, finales, pesadillas, cambios, Arlt, despertadores, consejos, traiciones, carcajadas, desilusiones, esperanzas, caminos, opuestos, miradas, Cien años de soledad, costumbre, tormentas, abrazos, dolores, nacimientos, rupturas, abismos, puertas, candados, almuerzos, proyectos, viajes, silencios, mensajes, olvidos, carencias, paciencia, calma, sombras, peleas, manos, esfuerzo, todo y nada. Más y menos. Menos de lo mismo.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Miriam Lewin: "La verdad cura siempre"

(Publicada en Diario Popular, el 21/10/2014)-. 

Cuando a Miriam Lewin, la ferviente militante montonera de 19 años que aún no había 'caído', le dijeron que a una de sus compañeras secuestrada le permitían llamar a su casa, ella se sorprendió. Y no dudó en juzgarla. "Lo que pasa es que se acuesta con un represor", le completaron. A Miriam no se le ocurrió poner en duda esa afirmación y, mucho menos, imaginar la situación desesperante en la que su compañera, seguramente, estaba.    
"Yo realmente era víctima y victimaria a la vez", afirma Lewin a DiarioPopular.com.ar, casi cuatro décadas después, en un bar de San Juan y Lima, en el barrio porteño de Constitución.   

lunes, 18 de agosto de 2014

El deleite de ver a Brie

(Publicada en Crónicas y Versiones, el 17/08/2014)-. 

Solito, en camiseta y calzoncillos, el artista irrumpe en ese escenario lúgubre que simula un velorio, y lo avasalla. Es César Brie, quien con su acento argento-boliviano-italiano va prendiendo una a una las velas que rodean la escena y conmueve, con sólo mirarlo.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Jugar a ser

Lo de ser monja se me había ocurrido porque por aquellos años (8 o 9 míos) no sólo daban en la tele la serie “El pájaro canta hasta morir”, sino que después arrancó, made in Argentina, “La extraña dama”.

A mi tío Hugo la esquizofrenia lo había inundado de misticismo y un día nos regaló a mi hermana y a mí un crucifijo grande madera, a cada una. En realidad tenía una cadena, así que era un rosario. A mi mamá mucho no le gustó porque no estábamos bautizadas y la consigna siempre fue que ambas (mi hermana y yo) elijamos más adelante si queríamos pertenecer a alguna religión en particular o no. Con el tiempo, optamos por la opción “ninguna”. Pero ese es otro tema.