Miedos, amores, amigos, rencores, heridas, caricias, espejos, charlas, misterios, matices, mates, cigarrillos, fresias, chocolates, cuerdas flojas, histeria, mil lágrimas, sonrisas, esperas, teléfonos, arrepentimientos, gritos, fiesta, daiquiris, suspiros, sorpresas, mails, espacio, incertidumbre, límites, angustia, placer, egoísmo, soberbia, impotencia, Benedetti, salidas, experiencias, éxitos, fracasos, Cortázar, Galeano, música, melodías, cerveza, café, castigos, libertad, soledad, reconocimientos, lunas y soles, los domingos de siempre, mentiras, sueños, finales, pesadillas, cambios, Arlt, despertadores, consejos, traiciones, carcajadas, desilusiones, esperanzas, caminos, opuestos, miradas, Cien años de soledad, costumbre, tormentas, abrazos, dolores, nacimientos, rupturas, abismos, puertas, candados, almuerzos, proyectos, viajes, silencios, mensajes, olvidos, carencias, paciencia, calma, sombras, peleas, manos, esfuerzo, todo y nada. Más y menos. Menos de lo mismo.

martes, 26 de octubre de 2010

Inventario

  Una casa (que no es mía), una tele, un dvd y libros, muchos libros. Música enlatada, cd's y un equipo de los grandes, que me regalaron cuando cumplí los 15. Una compu, una impresora, una mesa y seis sillas. Siete. Pero hay una que no es del juego. Un sommier y tres juegos de sábanas. Un acolchado de invierno y otro de verano. Cortinas. Algunos cuadros con dibujos que inmortalizan a Cortázar, García Márquez y Benedetti. Tres juegos de llaves. Fotos. Muchas fotos.
  Una carrera terminada, alguna pasión abandonada y una especialización casi por terminar. Dos trabajos. Y una colaboración semanal en un diario. Algo más de confianza que hace un tiempo y varios (muchos) años de terapia.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cinco minutos de fama

  (Publicada en La Tercera, el 20/10/10)
  Ya lo decía William Shakespeare, hace unos 5 siglos atrás, en la voz de su trágico e inmortal Hamlet: Ser o no ser. 
   La breve pero, a su vez, literaria y académica introducción viene a cuento de que días atrás me topé con una situación que me hizo reflexionar sobre este concepto del Ser. Y de cómo las sociedades, las épocas y hasta los medios de comunicación lo van mutando.
   Situación: Presentación de un libro sobre la historia de Lomas de Zamora. Lugar: Escuela primaria en San José, Temperley. Contexto general: Unos 20 niños de entre 10 y 12 años simulando que escuchan. Otros 50, despreocupados y sin ganas de simular, siquiera.  
   Fin de la actividad. Se sortean libros, por lo que los ganadores pasan al frente, reciben el premio e, inmediatamente, le piden al autor que se los firme. Quienes se quedaron con las manos vacías, para no ser menos, arrancan una hoja de sus cuadernos y buscan su autógrafo.

lunes, 18 de octubre de 2010

Algo más

   Si es lo último que se pierde, entonces ya no hay nada. No hay más nada. No hay más ganas, no hay más fuerzas, no hay más culpa, no hay más lucha, no hay más lunas, no hay más soles, no hay más voces ni consuelos. No hay más risas, no hay más llantos, no hay más lágrimas. No hay más letras, no hay más estrellas, no hay más nada. No hay más sueños, no hay más ratos, no hay más calma. No hay que ganar ni perder, hay que rendirse.
  Y allá, en el fondo -ese fondo que tantas veces imaginamos pero jamás dimensionamos- el vacío. El vacío como un grito ahogado que desgarra la garganta. La vigilia de los otros, los que aún no se rindieron.
   Y una luz tenue, casi imperceptible. Que se agranda si nos acercamos, que se achica, allá, a lo lejos. Un paso más, entonces. Y que todo se transforme. Y que nada nos asuste. Y que el viento nos despeine. Y que sea sólo un sueño.   

miércoles, 13 de octubre de 2010

La mala educación

(Publicado en el diario La Tercera, el 13/10/10)
Muchas veces me encuentro a mi misma corrigiéndome en ciertos dichos, lugares comunes que uno utiliza en el lenguaje cotidiano. Y, al trabajar con las palabras (porque con ellas trabajamos los periodistas, y no con mucho más que eso, por si usted no estaba enterado), me veo enviciada a editarme constantemente. Así, el usual “sos un maleducado”, se transforma en “sos un mal aprendido”, por la necesaria aclaración de que los padres seguramente no tengan culpa alguna de la actitud que causó el calificativo. Los padres lo educaron bien, pero él aprendió mal. Suena contradictorio y, sin embargo, no existe una explicación más lógica.

miércoles, 6 de octubre de 2010

La voluntad fugaz

(Publicado en La Tercera, el 6/10/2010)
Ahora que la Primavera llegó (pero que llegó de veras, con soles brillantes y cielos celestes que bien lo confirman), vuelven los personajes que el invierno tenía agazapados en sus casas, en sus oficinas o vaya uno a saber dónde. Se multiplican, como hormiguitas trabajosas que van y vienen, corren, caminan, andan en bicicleta y pagan su cuota mensual en gimnasios atestados de otros que, como ellos, parecen querer ganarle al tiempo y recuperar todo lo que no hicieron durante el año. 
    Porque –dejemos la sonsera romántica de lado- la Primavera es sólo una muestra más de que el Verano está cerca. Muy cerca. Usted lo sabe. Y  ellos, fatídicamente, también. Por eso los gimnasios del centro (de Monte Grande, de Lomas, de Adrogué), apiñan voluntades multiplicadas por las infaltables paredes espejadas, que insisten en demostrarle a uno que en 3 meses mucho no se puede hacer con lo que natura dio y 9 meses de sedentarismo agrandaron. 

lunes, 4 de octubre de 2010

Retrato

Está desconcertado. Cien ideas giran en su cabeza y ninguna parece certera. Cerró los ojos y se puso a pensar. ¿O a dudar?
 Apoyó el codo sobre la mesa y el mentón sobre su mano. Sólo el dedo índice se aísla de los otros cuatro y se levanta, erguido, justo en el medio de su frente, entre ceja y ceja. El ceño se arruga más de lo habitual y más allá de las marcas características de su ancha frente, aquella que, en la cima, alberga ese pelo gris oscuro, abundante y prolijo.
 Hay algo que lo perturba. Su mortalidad se presentó, insolente, al borde de los 80.
 El traje es verde oliva, como casi siempre. Las pecas, que inundan aquella mano sostenedora y salpican ese rostro lleno de historia, delatan los años. Los párpados cerrados, casi comprimidos, acentúan las bolsas debajo de sus ojos. Barba y bigote se hacen una y se confunden con la cabellera. No logro imaginarlo sin ellas. No hay Fidel sin barba, sin habano. No hay Fidel sin certezas. No hay Fidel a medias.